lunes, 31 de diciembre de 2012

Fin de Año


Hoy. Mañana.

Un final. Un principio.

En este caso, no es probable que de final a principio las cosas cambien mucho. De principio a fin, por el contrario, no parece difícil llevarse una grata sorpresa. Quién iba a decir que a veces es cierto eso de “lo que mal empieza bien acaba”. En ningún caso un mal comienzo debe condicionar el desarrollo de una historia.

Un nuevo año supone un gran puñado de oportunidades. Día a día se nos cruzan, se dejan ver o se ocultan, y en nuestra mano está cogerlas o dejarlas escapar como arena entre los dedos. Bien es cierto que las cosas no siempre salen como queremos a la primera, iluso el que lo piense. Pero a veces incluso las decisiones fallidas pueden llevarte al camino correcto, encauzando tu vida de una manera que no te habías planteado siquiera o, si lo habías hecho, inconscientemente tu mente había tratado de seguir por otros derroteros.

Hay oportunidades en la vida que están ahí, ante tus ojos, esperando que las cojas. Una parte de ti dice sí, otra no. Los sueños tiran hacia adelante, pero los miedos te arrastran de vuelta. Miedo al cambio, a la pérdida, a ese futuro incierto que ante nosotros se presenta. Debería ser la primera parte la que gane, mas sólo un nuevo año determina qué acontecimientos se desencadenan.

Aunque estando casi en el fin… ¿Para qué preocuparse por ahora sino del mero principio? Hoy solo cabe dirigir la vista atrás, hacer un breve repaso. Un balance de recuerdos, de malos y buenos momentos; de personas, tanto de las que te acompañan desde siempre, como de las nuevas incorporaciones, muchas de las cuales poco a poco van haciendo su huequito; de objetivos, los fallidos, los logrados y los que aún están por conseguir; y, por supuesto de sueños, pues loco aquel que nunca ha soñado en este mundo de pesadilla.

Ahora doce campanadas suenan, uvas rebosan de la boca, unos se atragantan mientras otros levantan su cuenco triunfantes; un brindis con champán, familias abrazándose, llamadas telefónicas, líneas colapsadas, todo felicitaciones.

Y aquí va una más de ellas. Me gustaría dar las gracias a todos los que han estado ahí, de una manera o de otra; a todos junto a los que he podido vivir momentos inolvidables: mi familia, mis amigos (a ocho amigas en especial), a todas las personas que he podido conocer este año y las que me quedan por conocer; a mis seguidores, y por supuesto a ti, que estás leyendo esto.

A todos vosotros, (espero no haberme dejado a nadie), os deseo un muy Feliz Año Nuevo. Disfrutad mucho de esta noche y de las que a partir de ahora vengan, espero que este año que entra sea de verdad el vuestro.



¡¡FELIZ 2013!!

viernes, 28 de diciembre de 2012

Vuelta a "casa" por Navidad.

Sí, como el turrón...

Probablemente hayáis pensado que me había raptado un hombre de rojo con barba sospechosa metiéndome en su saco, o que uno de los langostinos de la cena del otro día había decidido ahogarme con uno de sus bigotes; pero no, aquí estoy. Medio sepultada bajo una montaña de apuntes, pero sobrevivo. Y es que vaya "vacaciones", si se pueden llamar así... Aun así siempre se saca un ratito para la family y para los amigos, para una buena cena o para una de estas pelis que ponen en la tele todos los años, ya por tradición.

Y claro, también para dejar alguna entrada por aquí. Espero de verdad que estéis disfrutando de vuestras vacaciones, que os estéis hinchando de turrón y que Papá Noel y los Reyes os traigan mucho carbón se porten debidamente, un año más.





Sólo me queda desearos unas felices fiestas, y que estos últimos días de año que nos quedan sean el digno final que siempre precede a un comienzo aun mejor.


¡¡Feliz Navidad!!


lunes, 19 de noviembre de 2012

Noche de silencios


    Era noche cerrada, sin luna. Negros nubarrones cubrían el cielo, impidiendo a las estrellas contemplar en la ciudad su diario espectáculo nocturno. Sólo las farolas daban una tenue luz al barrio: amarillentos discos de luz que se difuminaban, intercalándose con zonas oscuras como boca de lobo.

    Y allí, en una zona en penumbra, a la sombra de un edificio, dos figuras. Sentadas en un escalón apaciblemente conversaban, ajenas a todo, a todos, al mundo en general. En ese momento para ellos no existía nada más. Llegó un momento en el que se quedaron en silencio. No un silencio de estos rígidos, tensos, macizos, que no hubieran podido cortarse ni con el más afilado de los cuchillos. Hay silencios intensos, que dicen más que las palabras, que sirven para comprender todo. Éste era uno de ellos. Ambos se miraban fijamente, sus ojos parecían querer alcanzar el alma del otro. Aun con la poca luz reinante podían vislumbrar sus expresiones. Una mezcla de rabia, impotencia… No con el otro, si no con algo inmaterial y presente, algo a lo que no querían, ni a lo mejor podían, dar nombre. Sólo sabían que ahí estaba. Acechante, omnipresente, tanto ello como todo lo que acarreaba.

    Y en mitad de aquel silencio donde todo y nada era posible, sólo ella se atrevió a pronunciar un puñado de palabras, una petición con voz rota, entrecortada:

      - ¿Me darías un abrazo…?

    No se oyó respuesta. En un instante, los brazos de él la rodeaban, cálido refugio en aquella helada noche. La cabeza de ella quedó hundida en su pecho, mientras él aspiraba con los ojos cerrados el aroma de sus cabellos. Nadie que hubiera intentado separarlos lo habría conseguido en ese momento. Eran uno, ambos unidos por un inoportuno sentimiento.

    Si en algún momento les había faltado algo por aclarar, ya con esto quedaba todo dicho. Fue ese abrazo, en el que ambos se aferraban con fuerza, el que desató aun más la frustración de él. Fue ese abrazo, cargado de cierto sabor amargo, el que arrancó alguna lágrima a los ojos de ella.

Fue ese abrazo, en parte no debido y en parte necesario, el que continuó un buen rato sin romperse, a pesar del sonido de los truenos y de la fuerte lluvia que comenzó a caer.



miércoles, 31 de octubre de 2012

Preguntas en el aire.

Creo... que necesito algo.
¿Que el qué? ¿Cómo queréis que lo sepa?
Sólo sé que siento una sensación de vacío en el estómago. Que parece que nada me llena. Que no sé si estoy buscando algo, pero el caso es que no encuentro nada.
¿Qué puede ser? ¿Una cara nueva, un lugar novedoso, un cambio de aires, una experiencia...?
Puede que esté estancada. Puede que necesite ilusión, un empujón, una patada. Salir disparada hacia adelante y que ya nadie me pare.
Y ahora me pregunto... ¿cuál es el camino? ¿Hacia dónde el avance, hacia dónde el retroceso? ¿Y los callejones sin salida, las encrucijadas que te llevan en círculo?
Necesito un guía, alguien que me agarre y no me suelte. ¿Pero cómo lo encuentro? No, no me vale la típica respuesta. Yo no espero nada, así que lo que sea puede llegar sin sentir remordimientos. Esa es la regla, ¿no? ¿O tampoco? Bueno, vista la situación ya se puede pensar cualquier cosa...
Ey, esperad, ¿qué es eso?

Ruido de pasos al fondo de la habitación...

Hay... ¿hay alguien ahí...?

Ves a una figura que camina, no se detiene. Pronto cruzará la puerta del fondo sin haberte visto siquiera. Sientes que algo se perderá para siempre si eso ocurre. Extiendes el brazo hacia adelante, como si trataras de retenerla, de retrasar lo inevitable...

Entonces se para en seco. Contra todo pronóstico ha percibido tu movimiento, empieza a volverse, vacilante. Ese alguien sin rostro y sin nombre te escruta desde la distancia...

...y tu respiración se detiene. Sólo un susurro consigue escapar de entre tus labios, a lo mejor se confunde con un suspiro amortiguado.

"¿Eres tú...?"

Una pregunta formulada. Un interrogante en el aire. Unos ojos ocultos en un rostro sin rostro. 

Intenso silencio, infinita espera. 

Puede que algún día llegues a conocer la respuesta.


lunes, 8 de octubre de 2012

El poder de un nombre.

"- ¿Tú puedes describir todo lo que entiendes? - Me miró de soslayo.
- Por supuesto.
Elodin señaló calle abajo.
- ¿De qué color es la camisa de ese chico?
- Azul.
- ¿Qué quiere decir azul? Descríbelo.
Reflexioné un momento, pero no encontré la forma de describirlo.
- Entonces, ¿azul es un nombre?
- Es una palabra. Las palabras son pálidas sombras de nombres olvidados. Los nombres tienen poder, y las palabras también. Las palabras pueden hacer prender fuego en la mente de los hombres. Las palabras pueden arrancarles lágrimas a los corazones más duros. Existen siete palabras que harán que una persona te ame. Existen diez palabras que minarán la más poderosa voluntad de un hombre. Pero una palabra no es más que la representación de un fuego. Un nombre es un fuego en sí.
Estaba muy confuso.
- Sigo sin comprender.
Elodin me puso una mano en el hombro.
- Utilizar palabras para hablar de palabras es como utilizar un lápiz para hacer un dibujo de ese lápiz sobre el mismo lápiz. Imposible. Desconcertante. Frustrante. - Alzó ambas manos por encima de la cabeza, como si tratara de tocar el cielo-. ¡Pero hay otras formas de entender! - gritó riendo como un niño pequeño. Alzó ambos brazos hacia el cielo sin nubes, sin dejar de reír-. ¡Mira! - gritó echando la cabeza hacia atrás.- ¡Azul! ¡Azul! ¡Azul!"




("El nombre del viento", Patrick Rothfuss)

sábado, 22 de septiembre de 2012

Ella vino con el otoño.

Veintidós de Septiembre. Punto culminante del intenso verde, mezclado con amarillo, que predomina en la estación estival. A partir de ahora todo alegre color quedará oxidado dando paso a un naranja intenso, normalmente mojado por las primeras lluvias y agitado por vientos frescos. Sin darse nadie cuenta una nueva estación aparece, se cuela por cualquier rendija que encuentra y engulle sin piedad a su calurosa precedente, preparando el terreno al frío anciano de cabello blanco que ya comienza a perseguirla, buscando acabar con ella de igual manera en la fecha prevista, cuando el último mes del calendario vaya acercándose a su fin.


El Otoño. 

Tiempo de hojas caídas, de tonos dorados, del color del cobre. Tres meses que año tras año se repiten, siempre el mismo día les da comienzo.

Veintidós de septiembre. No sólo es una estación lo que empieza. Un lluvioso día de hace diecinueve años una niña nacía en una pequeña ciudad española. A lágrima viva lloraba, acorde con el tiempo. Ese día había llegado el otoño, como lo haría de ahí en adelante en la celebración de su aniversario. Y así pasaron primaveras, inviernos, veranos; cada vez que la niña cumplía un año el otoño la estrechaba entre sus brazos como un viejo amigo que tras largos meses de viaje siempre regresaba. No importaba si traía lluvias, vientos, tormentas o un tímido sol que exprimía sus últimos rayos tratando de dar algo de calor; no había posibilidad de retraso, él siempre aparecía. Y así la niña crecía, maduraba, la vida pasando ante sus ojos, sin retorno; minutos, horas, días, miles de vivencias se sucedían. Pero al contrario que las estaciones ese tiempo pasado no volvía...

Algún día llegaría el otoño y la niña ya no estaría.


(Y sí, hoy es mi cumple, jé :3)

jueves, 13 de septiembre de 2012

"Nunca hay motivos para dejar de hacer lo que nuestros sentimientos creen que hay que hacer..."




"Más vale a veces corazón que cabeza."

sábado, 8 de septiembre de 2012

En vela.

Una noche en vela, oscura, monótona, extraña.

El tic tac de los relojes resuena en la estancia. Un minuto pasa, y otro, y otro más... Tu cabeza da mil vueltas, un nervio extraño te recorre el cuerpo, ¿a qué se debe?

Inconscientemente das un repaso a tu vida, a los últimos tiempos. Sin poder evitarlo todo ha cambiado, no llegas a tener claro nunca si a bien o a mal. Lo que parece haber arraigado es ese miedo a sentir, a que cualquier cosa eche raíces en tu camino y luego no seas capaz de talar el árbol en caso de necesidad, a que no pare de crecer y te aísle aun más, apartándote de la luz. También temor a ese desapego que parece dominarlo todo. A que esas costuras que poco a poco has ido reforzando hayan encerrado sin remedio algo una vez estuvo vivo, y que ahora, después de malherido, no quiera volver a aparecer.

Eso explicaría ese rechazo que continuamente acecha... ¿Debido a un fallo técnico o es que aún no ha llegado el momento? Y mientras la espera cansa, te quema, ves al mundo correr y tú apenas has dado los primeros pasos... Y si encima a cada pequeño avance una repentina resaca te lleva no a la orilla, sino tierra adentro, ¿dónde nos deja esto?

¿Se acabarán algún día los falsos espejismos, los viajes al pasado, los tiros que salen por la culata, las emociones inservibles, esas que no sirven para nada? ¿Llegará por fin algún capítulo a partir del cual el libro deje de ser un muermo?

El sueño no llega, la rueda de preguntas gira, no para. Cuentas ovejitas, cambias de posición la almohada.

Y la noche en vela prosigue, oscura,monótona, extraña.

domingo, 19 de agosto de 2012

Through the window (Parte II)


(Para ver qué ocurrió anteriormente haz click  aquí. )

***

Como cada tarde, una nueva melodía traspasaba las paredes del antiguo caserón, mientras que unos oídos en el piso superior escuchaban, siempre atentos. Ese día las notas tenían un tinte diferente, quizá un toque de amargura, igual también algo de anhelo.

Habían pasado unas semanas desde el repentino encontronazo, que por suerte parecía que no había tenido demasiadas repercusiones. Sí que de vez en cuando se había visto una silueta en la vivienda de enfrente mirando entre los espesos cortinajes hacia las ventanas del último piso. También ahora, cuando tocaba, las ventanas de la casa estaban abiertas de par en par, y cuando el concierto de la tarde terminaba no podía evitar asomarse al exterior.

Ella se había dado cuenta, y en consecuencia procuraba mostrarse cautelosa. No era tonta, y sabía que por estimulante que fuera aquel juego, más para ella, amante incondicional del riesgo, esta vez debía tener cuidado de verdad. Alguien podría darse cuenta de lo que pasaba, y entonces ya sí que no sabía lo que iba a ser de ella. Muchas noches se encontraba dando vueltas en la cama, maldiciéndose a sí misma por el descuido de aquel día, rogando en su interior porque no supusiera la repetición de cierta historia cuyos recuerdos inconscientemente se obligaba a bloquear. 

Justo en ese momento acabó la melodía, instantes después de lo cual allí estaba él. Alto, no excesivamente musculoso, facciones marcadas, blanca piel; su abundante melena, no muy larga, recogida con una cinta en la nuca. Prácticamente la única persona con la que se podía decir que tenía algún tipo de "contacto". Hacía tanto tiempo ya... Y así se quedaron un buen rato, él apoyado en el alféizar con ademán pensativo, ella al lado de la ventana, la espalda contra la pared, posición estratégica que le permitía observar el exterior a través del hueco de apenas dos centímetros entre los visillos sin ser vista. Era lo único que se permitía, dadas las circunstancias.

El sol ya se escondía entre las casas del barrio, preparándose para una merecida siesta, cuando él se retiró. Por la boca de ella se escapó el aire que sin darse  cuenta llevaba un rato conteniendo en sus pulmones. Echó un vistazo a su aposento, a la vez que se dejaba resbalar por la pared, acabando sentada en el suelo. El sonido de unas llaves trajinando en la cerradura atrajo su atención hacia la puerta. Debían ser ya las nueve y media, la hora de la cena. 

La puerta blanca llena de arañazos se abrió, como todos los días unas tres veces, dando paso a una regordeta figura. De nuevo era la señora Moore la encargada de ocuparse de sus comidas. Tras vacilar un instante en la puerta, observando la reacción de la chica, entró con bastante confianza al cuarto, cambiando la bandeja que le había dejado a la hora de comer por la que portaba ahora en sus manos. Por el olor dedujo que sería crema de calabacín, una de sus preferidas. No cambió sin embargo su actitud apática ante el amable intento de charla de la mujer, que con su dulce voz no desistía en su empeño por obtener de ella algo más que un par de gestos cansados. Le preguntaba esta vez si no le había gustado la comida, llevaba algunos días sin apenas probarla. Y no era que no estuviese buena, de hecho muchos desearían tener un cocinero como aquel si llegaran a degustar alguno de sus platos. No, no era problema de la comida, simplemente había perdido el apetito. Y aunque de verdad le apeteciera tomar más que un par de cucharadas conseguía controlarse, todo fuera por ver si la preocupación de alguien porque no muriera de hambre podía espantar por al menos un día aquella espantosa rutina. Unos minutos después la señora Moore abandonaba el cuarto, no sin antes  dirigirle una última mirada con ojos apenados y hacer amago de acercarse, aguantándose en el último momento cualquier contacto consolador.


Media hora después, la crema ya fría y sin probar y ella tumbada en la cama, se preguntaba dónde habría ido a parar su "yo"de antes, aquel que nada más oír las llaves se hubiera abalanzado sobre la puerta, buscando la forma de salir, de combatir aquella injusticia. Maldijo una vez más a las malvadas mentes que poblaban aquella casa, y sintió verdadera pena por los que, como la bondadosa señora Moore, se veían obligados a trabajar en aquella casa de locos, probablemente ya durante toda su vida.


***

Continuará...

martes, 14 de agosto de 2012

Una pequeña escritora


  Siempre había sido una niña muy locuaz, lo suyo era un don con las palabras. Era capaz de sacarlas hasta de debajo de las piedras, para luego entretejerlas de forma magistral, de manera que nunca llegaba a resultar tediosa.

De pequeña le encantaba oír los cuentos que le contaba su madre antes de dormir, y en cuanto tuvo edad para aprender a leer, ningún cuento y más tarde libro pudo evitar que la niña se perdiera entre sus páginas. No tardó en empezar a inventar sus propias historias: princesas atrapadas en castillos, hombres a caballo que desafiaban a  cualquier bestia, seres marinos inimaginables... Todos ellos protagonistas de los más increíbles relatos. Pero no era tanto el placer por inventarlos como el que sentía cuando los compartía.


Ya fuera en casa, con sus padres como oyentes; en reuniones familiares, con sus tíos, primos y abuelos presentes; o en el patio del colegio, rodeada de todos sus compañeros. Tal era la forma de exponer sus invenciones que todos quedaban cautivados al instante.

Alguna vez, en la Escuela Primaria, algún profesor extrañado por aquel corrillo  alrededor de la niña se acercaba a escuchar, quedando sorprendido al momento por aquella facilidad de palabra tan extraña en una niña de su edad. La profesora de Lengua habló un día con su madre, explicándole el alto potencial de la niña, su gran capacidad de inventiva. Mas la madre prefirió dejar las cosas como estaban, ya cuando tuviera edad decidiría si se diera el caso. En ese momento tenía edad de juegos, no de largas tardes entre libros y papeles.

Esperaron pues, cada vida siguió su curso.

Mediaba ya la Secundaria cuando un fuerte brote de bronquitis la atacó con toda su furia. Siempre había sido ligeramente asmática, lo cual se acentuaba en primavera, con la llegada del polen y de las primeras alergias. Ambas enfermedades combinadas dieron paso a días de fuertes toses, respiraciones dificultosas,dolores de pecho e inhaladores. Semanas de hospitales, de consultas; algún día se tuvo que quedar allí ingresada. Sobrevino también una fuerte ronquera, que derivó hacia una completa afonía. Se apoderó entonces un profundo desánimo de la niña, pues, ¿qué historia puede contarse sin siquiera una pizca de voz?

Pasado un tiempo comenzó a notarse una cierta mejoría, pero aquella ronquera se negaba a desaparecer. La madre notaba el desánimo de su hija, y procedió a comentarle el problema a la doctora. Hizo ésta salir a la madre de la consulta y se dispuso a hablar con la niña. Le explicó que estaba mejorando, que pronto estaría totalmente recuperada.También que su madre le había contado que la notaban decaída en casa. Le preguntó por su afición, pero ella poco pudo responder con el ronco sonido que salía de sus labios.La doctora ya había visto que aquel era el problema, a lo que le dijo:

- Puede haber más formas de compartir tus historias, ¿sabes? ¿No has probado nunca a escribirlas?

La expresión de la niña la instó a continuar:

- Escritos, tus relatos podrán llegar a mucha más gente. Y la historia no tiene por qué perder su esencia. Al revés, a veces un puñado de palabras bien escritas son capaces de transmitir más que la mejor de las actuaciones. Sólo hay que darle juego a la mente del lector. Así que, ¿por qué no pruebas, al menos hasta que se te quite esta molesta ronquera? No se pierde nada, ¿no?

Al salir de la consulta, la cabeza de la chica no paraba de dar vueltas. Era cierto que una  buena historia siempre era agradable de leer. Quizá lo otro quedaba ya un poco infantil. Además, escribir no le desagradaba en absoluto, es más, lo consideraba un trabajo absorbente.

Probó pues, a dedicarse a ello más a fondo. Dos semanas después, ya perfectamente recuperada, voz incluida, fue a ver a su antigua profesora de lengua, siguiendo la recomendación de su madre. Qué exaltación provocó su visita, más aun tras echarle un vistazo al material que le traía la chica. Su viejo olfato no la había engañado, se dijo la mujer. Pronto se pusieron manos a la obra. Una escribiendo, la otra corrigiendo, puliendo, enseñando. No tardaron en verse los frutos de aquellas clases. Incluso llegaron a presentar un par de sus creaciones a algún concurso.

Eran dos almas literarias, ambas con un mismo rumbo.

Y una pequeña escritora abriendo sus ojos al mundo.

sábado, 21 de julio de 2012

Dudas, sentimientos encontrados. Y toda esa incertidumbre que rodea a un "Puede ser".

domingo, 1 de julio de 2012

It's summertime!



Y vuelvo para irme otra vez, esta vez por menos tiempo. Aunque quién sabe, acabo de descubrir que desde el móvil también se puede publicar, así que probablemente me tengáis por aquí antes de lo previsto.

Porque sí, hoy mismo me voy a la playa, estoy ya de camino, de hecho. No me hago aun a la idea, hace menos de una semana me ahogaba entre tanto apunte y ahora voy a poder hacerlo de verdad entre aguadillas en el mar y la piscina.

Y pensar que mañana a estas horas estaré con toalla en mano, gafas de sol y luciendo aun moreno flexo mientras jugamos alguna que otra partida de cartas, ¡No os imagináis las ganas que tengo!

Espero que vuestro verano haya empezado con el mismo buen pie, y si no lo ha hecho ánimo, ¡que ya está a la vuelta de la esquina!

Nos leemos pronto ;)

Donna.

Ciclos



Sentada en la cocina, libro en mano, removía con parsimonia una taza de café. Movimientos mecánicos, mirada ausente. Sus ojos hacía tiempo que habían pasado de seguir el recto camino de las líneas a contemplar ensimismados las ondas en la superficie de la taza. Un círculo perfecto, a ritmo de cuchara.

"Un círculo perfecto. Un ciclo que se repite una vez, y otra, y otra..." Su cabeza comenzó a vagar, recordando acontecimientos de ese año y de los pasados. Al fin y al cabo todo quedaba reducido a eso, ¿no? Un ciclo tras otro, empiezan, acaban, se juntan, se enredan, algunos se continúan sin que ni siquiera te des cuenta. Tan normal, tan simple. Acaba el colegio, llega la universidad. Sales de ahí y te ves trabajando, nueva casa, nueva vida, puede que pareja, hijos. Pero para qué ir tan lejos. Para ejemplos el de su vida en aquel momento. Un curso acaba, comienza el verano. Con él la que será de aquí en adelante su carrera. Con el verano llegan las vacaciones, con ellas la playa. Luego vuelta a empezar. Todo superpuesto, perfectamente cuadrado, sigue así su cauce. Incluso esas cosas que quedan atrás y siguen la corriente escurriéndose entre nuestros dedos. Aún la invadía cierta nostalgia al pensar que en justamente un mes aquel ciclo llegaría a su fin. A partir de entonces el tiempo comenzaría a contarse en años. Sí, en esa tan fea palabra a veces, años. Así como en apenas diez días podía tener lugar algo extraordinario. A la vez que era posible que no ocurriera nada. A pesar de todo y visto lo visto no estamos tan condicionados, después de todo. No todo es una rutina en la que podamos predecir el siguiente acontecimiento. En muchos casos sí, es cierto, ¿pero no es suficientemente interesante la vida como para que sintamos ganas de vivirla?

"A veces parece ser que no", pensó con sarcasmo. "O a veces demasiado..." Esto último con una pizca de amargura. Soltó la cuchara y dio un sorbo a su café, lo que acentuó el amargo sabor de sus pensamientos. Instantes después sus ojos se encontraban sumergidos de nuevo entre letras, como si aquella breve interrupción no se hubiera producido.

Y es que hay veces en las que es mejor no detenerse a pensar.


miércoles, 4 de abril de 2012
















(Foto de creación propia)


Yes, that's true. But many of them, they are.

martes, 3 de abril de 2012

Through the window

Tumbada en la cama, la mirada perdida, mirando sin ver la puerta de la habitación. Esa maldita puerta blanca. Tiempo hace ya de esas marcas de uñas, de la pintura desconchada, de los gritos desesperados y las súplicas para poder salir. La rabia y la impotencia acabaron por ser sustituidos por una fría indiferencia, fruto de la  resignación. Terminó perdiendo por completo la noción del tiempo. Los días y las noches pasaban sin descanso entre aquellos visillos blancos, ya algo amarillentos por el tiempo. Su única comunicación con el exterior, aquella ventana con barrotes exteriores, puestos con la única pretensión de espantar cualquier intento de huida al que se le ocurriera simplemente dar un breve paseo por su mente. Muchos hubieran dudado ante el carácter de prisión del aposento: Baño propio, el gran ventanal, el exquisito gusto de cada uno de los muebles que llenaban la estancia... Mas cuán insultante todo aquel lujo podía llegar a resultar.


Se veía sometida a una soledad permanente, rota por la breve apertura de la puerta tres veces al día que precedía la entrada de un suculento plato de comida, que últimamente no se dignaba ni a probar. Pronto vendrían a ver qué ocurría, pero llegados a aquel punto ya le daba igual. Todo había pasado a resultarle indiferente.



Sí que había una cosa, sin embargo, capaz de romper durante unos minutos aquella horrible monotonía diaria; su bote salvavidas, un lugar donde aferrarse a su cordura y evitar que ésta se fuera navegando a la deriva. Tal salvación procedía de la casa vecina, no tan señorial como aquella en la que se encontraban, eso era cierto, pero no acababa de desentonar en medio de aquel elegante barrio. Sus blancas paredes y su intrincada fachada se veían contagiadas de toda esa majestuosidad que reinaba en el ambiente. De entre sus paredes, colándose por alguna ventana salía hacia el exterior aquel sonido, siempre a la misma hora, a media tarde. El sol en su punto más alto, vigilante, se aseguraba de que ninguna sombra apareciera por ninguna esquina, no pudiendo  así enturbiar su luz.


Unos días se trataba de un lastimero lamento, otros días era el himno de la más viva alegría; ese día sin embargo sugería la más honda de las melancolías. Cerró los ojos y sintió erizarse el vello de su nuca conforme las notas iban tomando forma, dando lugar a aquella melodía. Descorrió un poco las cortinas y se asomó a la ventana, como siempre, tratando de ver al dueño de esas manos que conseguían arrancar tan bellas notas a las teclas del piano. Mas, como siempre, tuvo que conformarse con la visión de los elegantes cortinajes de los pisos superiores, ni rastro del misterioso individuo.


Más o menos una hora después el triste concierto llegaba a su fin. Aun así ella se quedó apoyada en el alféizar, incluso abrió un poco la ventana, le apetecía sentir la suave brisa acariciando sus mejillas. No fue hasta que  levantó la vista, dirigiéndola hacia la casa, cuando se dio cuenta de que estaba siendo observada: las cortinas abiertas, una oscura figura, unos ojos penetrantes; una mirada, la sensación de haber sido descubierta, un corazón latiendo apresurado; una retirada instantánea, el portazo al cerrar rápidamente la ventana.


La había visto. Estaba segura de que él era el que tocaba el piano... Pero no podía alegrarse por su descubrimiento, había sido vista. Y era consciente de lo que podía pasar si eso ocurría.








Perdón por la tardanza, espero que os haya gustado.  La verdad es que le veo futuro a esta historia, aún no se cómo, pero probablemente la continúe... 

Feliz día a todos:)

lunes, 5 de marzo de 2012

Just tired of being tired.


A veces estaría bien poder ser fría, fría como el hielo.
Y así no pensar,
No sentir,
No poder sufrir daño alguno...


Ser inmune a todo.

viernes, 2 de marzo de 2012

Es como...

Saturada, pero a la vez vacía, ¿sabes cómo te digo?

Quizá eran demasiados para recorrer a pie.

Abandonar un pozo de oscuridad para meterse en otro aun más profundo. 

Se trataba de una situación engañosa, pues después de la más absoluta ceguera cualquier débil penumbra podía parecer la más brillante de las luces. Fue por esto por lo que te internaste en aquel túnel, fuiste dejando las tinieblas atrás sin darte cuenta de que una mano invisible iba rodeando tu corazón a modo de garra, poco a poco, lenta, inexorablemente. Poco tiempo hizo falta para que se convirtiera en total prisionero de ese letal abrazo.

Llegó un momento en el que te empezaste a dar cuenta de que te faltaba el aire, de que esa angustiosa jaula se iba estrechando cada vez más, estrujando ese órgano tuyo que, engañado por la falsa dicha que a ratos sentía, lentamente iba perdiendo todo su jugo, cada vez más seco, maltrecho, malherido, hasta el extremo en el que te llegaste a preguntar si aquel camino que habías elegido no tendría demasiados kilómetros, imposibles de recorrer a pie.

Pero igual ya no se podía hacer nada, a lo mejor la soledad era el regalo que había reservado la vida para ti.

Quizá desde el principio ya era demasiado tarde.

domingo, 26 de febrero de 2012

Again and again.

Sea como sea, hagas lo que hagas, la historia siempre se repite.




(Es inevitable, sin saber como lo haces siempre vuelves a caer)

Ver la ciudad de París a través de un reloj de cristal.

"- ¿Ese es tu propósito en la vida? ¿Arreglar cosas?
- No lo sé...
- ¿Tendré yo algún propósito en la vida?
- Ven conmigo...


- ...Cuando murió mi padre solía venir mucho aquí. Me imaginaba que el mundo era como una gran máquina. A las máquinas no les sobran partes, siempre tienen las piezas que necesitan, el número exacto. Así que pensé que si el mundo es un gran mecanismo yo no podía ser una pieza extra, tenía que estar aquí por alguna razón. Eso significa que tu estás aquí por una razón."


(Hugo Cabret, La invención de Hugo)


(Si no habéis visto este peliculón hacedlo ya, se lo recomiendo a todo el mundo, es preciosa^^)

Que todo acabe antes de empezar.

No haces más que pensarlo y sólo genera incertidumbre.

Será una situación extraña, no cabe duda. Será sentirse dividida, entre dos partes que no sabes si llegarán a congeniar. Será plantearte tu vida de otra manera, a lo mejor tontamente, pues lo más probable es que nada consiga seguir el camino deseado. Será decidir entre lo que de verdad importa y lo que no.

Hasta entonces, ¿Qué te queda? Preguntarte una y otra vez si esto tiene algún sentido, si conseguirá llegar a alguna parte, si eres estúpida por siquiera planteártelo y por sentir además ese miedo irracional, esa impotencia.


Miedo a que todo pueda haber acabado mucho antes de empezar.

viernes, 24 de febrero de 2012

Realidad.

Que en un momento todo se dé la vuelta y te des de boca contra el suelo.

No es ni lo que ellos querían ni lo que habías imaginado. No es nada. 

Y te das cuenta de que sigue siendo un iluso, de que ningún imposible tiene posibilidad y de que está más vacío que nunca.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Como el retumbar de un trueno


El día en que oí hablar por primera vez de esos libros llovía. No sólo eso, diluviaba. Tal era el llanto del cielo que la luna no se había atrevido a aparecer esa noche, o si lo había hecho nadie se había dado cuenta, tal era la negrura que lo invadía todo. Eso no nos hizo amedrentarnos, sin embargo. Llevábamos toda la tarde recorriendo las calles protegidos sólo por un pequeño paraguas, desafiando temerariamente al crudo temporal, abrigados tan sólo con dos finas chaquetas y el calor de nuestras risas, no nos hacía falta nada más. 

Vagando sin rumbo y al no encontrar un sitio seco y abierto a esas horas nos decidimos por unos soportales. En unos escalones nos sentamos, allí continuamos nuestra conversación. No recuerdo por qué salió el tema, el caso es que de pronto te encontraste describiéndome esos libros que te acababas de leer, esos que te habían gustado tanto. Tanto entusiasmo había en tus palabras que conseguiste despertar mi curiosidad, en ese momento ésta elevó su cabeza cual depredador que siente en el aire el olor de su presa. No hizo falta nada más para saber que me los tendría que leer, no importaba cuándo fuera. 

Llegó un momento en el que los dos nos quedamos en silencio. No un silencio hueco, de esos incómodos que cuanto más pasa el tiempo son más difíciles de romper, sino uno de esos en el que basta una mirada para decir más de lo que se podría hablar en un día entero. Te diste cuenta de que tiritaba, aunque había tratado por todos los medios que no se notara, no quería que nimiedad semejante me obligara a irme a casa. Sin mediar palabra, te acercaste por detrás y me abrazaste, en un intento de transmitirme tu calor. Y así nos quedamos, dos figuras inmóviles en medio del temporal. Con los ojos cerrados me concentré en percibir todo lo que me rodeaba: la calidez de tus brazos, nuestra respiración pausada, tu olor y el sonido de la lluvia de fondo. Puedo afirmar que ese fue uno de los pocos instantes de mi vida en los que verdaderamente me sentí completa.

Y ahora, tanto tiempo después, aquí me hallo, sentada en mi cama, con un libro entre mis manos. Todos en mi casa duermen, el silencio lo invade todo, roto sólo por el sonido de las páginas al pasar y el continuo murmullo de la lluvia fuera en la calle. El sonido ocasional de algún trueno me hace agradecer el no encontrarme a la intemperie en una noche como ésta. Las agujas del reloj avanzan, mas no soy consciente de la hora, las páginas han conseguido atraparme y me instan a llegar hasta el final de la historia. Hay algo sin embargo que me hace frenar en seco. No sé si es ese libro, una palabra, el sonido de la lluvia o quizá simplemente un pensamiento despistado y fuera de lugar, el caso es que se cuela en mi mente, y una vez hace aparición no consigue salir. El atisbo de un día, de una sensación, una oleada de recuerdos de hace ya bastante tiempo. Cierro el libro y miro ausente la portada, se me han quitado las ganas de leer. Me arropo con el edredón y apago la luz. No he acabado ni de cerrar los ojos cuando un fuerte ruido retumba en la habitación. Otro trueno. O igual el crujido al resquebrajarse un poco más esa grieta de mi pecho.

Aunque parezca mentira sigo viva...

Ni mil hojas enteras llenas de "PERDÓN PERDÓN PERDÓN"  podrían disculpar esta ausencia, lo sé. Y es que ya va un poquito más de un mes sin escribir. La verdad es que ha sido un mes agotador, lleno de exámenes, montañas de apuntes, agobios y asignaturas inaprobables estudiadas tres días antes. Aun así creo que no voy a acabar mal, por ahora van aprobadas cuatro de cinco, con un poco de suerte la quinta también.

Debería haber empezado el año con mejor pie por aquí, (aunque es sí mi comienzo de año tampoco es que fuera el mejor del mundo), pero llevo una temporada un poco rara en lo que a escribir se refiere, para más pruebas el churro de entrada que me está saliendo ahora mismo. Aun así tened por seguro que en cuanto a mi lápiz le dé por escribir algo decente lo tendréis aquí en el acto, de hecho hay un mini-relato en proceso que con suerte no quedará muy malejo, así que seguramente estará subido en breves.

Y bueno, ¿qué más decir? Que en nada me tendréis por aquí de nuevo dando guerra, esta vez sí que sí.

¡Hasta pronto y feliz día! ;)